martes, 29 de abril de 2014

Y murió de viejo (Parte 3 de 3): Epílogo

Marian Montagu permaneció todo el invierno de 2109 en la base antártica. Al acabar el verano se marcharon casi todos los científicos y el personal de mantenimiento. Sólo permanecieron tres personas además de ella, que se turnaban para controlar el experimento que llevaban a cabo. Cumplió un siglo de edad aquel 7 de agosto, y lo celebró modestamente invitando a sus compañeros a un pastel preparado por ella misma.

Tenía mucho tiempo para pensar, en su vida y en el experimento que llevaban a cabo en aquella base. La comunidad científica trataba de comprobar la teoría del multiverso. Marian ya sabía que el multiverso existía, había viajado por él desde niña, pero nunca se lo había contado a nadie excepto a Ramón Latino. ¿Habría otros como ella o como Ramón? Había conseguido participar en aquella expedición científica para averiguar precisamente esto. Naturalmente, sus contribuciones al experimento siempre eran acertadas, pero se cuidaba de que sus colegas científicos sospecharan algo.

En el verano de 2111, con la base a pleno rendimiento y todo el personal presente se dieron los últimos pasos del experimento. Todo salió como Marian había previsto. La Humanidad supo que había otras realidades, tan similares o dispares a la nuestra como se quisiera. Las podía ver y sentir. El próximo objetivo estaba claro: viajar a esas realidades y volver de ellas. Las potencias científicas del mundo colaboraron como nunca lo habían hecho, y en 2148 se produjo el primer viaje entre realidades.

Marian no consiguió esclarecer por qué tenía ella aquella capacidad, ni si había otros como ella. Sin embargo, este poder estaba ahora al alcance de los hombres de aquella realidad. Pronto el descubrimiento sería alcanzado en otras realidades. Antes de morir aquel mismo año, Marian viajó por última vez y observó desolada las terribles consecuencias de aquel descubrimiento.

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